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ARBONA
a
Barcelona

1878

La academia: seminario ilustrado universal; artes, ciencia ..., Volume 4, 1878, p. 112

PARÍS - "Los Pianos Arbona -
Antojósele à D. Frabcisco Arbona, fabricante de pianos establecido en Barcelona, tornar parte en la Exoposicion de Paris y creyó que el mejor modo de realizar el intento y dar caracter propio à su instalacion, seria enviar al gran ceràmen tres ó cuatro pianos parecidos à los que salen comunmente de sus talleres, y uno de superiores condiciones, que pudiese tratar de igual à igual con lo màs escogido de los pianos mandados al palacio del Campo de Marte por los constructores de Europa y América.

Y manos à la obra. Venga trazar planos, preparar maderas, hacer modelos, y al cabo de algunos meses el instrumento estaba terminado, dernasiado tarde para ir à Paris, pero à propósito siempre para contnuar la reputacion del constructor.

Yo conocia su Propósito desde los primeros dias que lo concibiera; pero no me acordaba ya de tales pianos, cuando recibi cierto dia una atenta cartita del Sr. Arbona invitànddome à visitarle à determinada hora.

No falté, y por Dios que pasé un buen rato. Em maestro Sabater, a pretexto de probar el piano y hacerlo concer à los concurrentes, nos dió un verdadero concierto; y en pos de él, un jóven, un niño de quince años, puso sus dedos en comunicacion con el teclado.

Bien dicen los que dicen que la juventud de nuestros tiempos no guarda los debidos respetos à la gente mayor. José Fayas, que este el nombre del mancebo, tocó con una perfeccion, limpieza y buen gusto que no han podido alcanzar muchos pianistas encanecidos en el servicio, y los que queremos que las cosas vayan por sus pasos contados y que la gloria y los ascensos se concedan por rugurosa antiguedad, los que heos llegado à viejos y permanecemos en última fila, miramos siempre con ceno al arrapiezo que comienza su carrera con galones de oficial superior.

Fajas no es general todavia; pero tiene ya grado avanzado. Quien como él á su edad toca la fantasia de Thalberg que le oimos, tiene abierto un ancho porvenir.

- ¡ Qué bien toca ese muchacho ! exclamé dirigiendome á un caballero que tenia á mi lado.

- Admirablemente, me contestó; pero no se olvide usted de Arbona. La bondad del instrumento contribuye mucho al lucimiento del músico.

- Es cierto, repliqué; pero haga V. que un chambon Sabater ó á Fajas y verá V. como el mismo reemplaze Arbona arruga el entrecejo.

No dijimos de momento una palabra más; pero la observacion de mi vecino no quedó perdida. Fijéme en las cualidades musicales del piano y, aunque mi competencia es poca, hubieron de llamarme la atencion el volúmen y el timbre de los sonidos, la eficacia con que obraban los registros y ese no sé qué que los aficionados, sabemos traducir únicamente con una expresiva frase: ¡me gusta! Mi amor propio tomó luégo ocasion de quedar satisfecho oyendo que la opinion de los intelligentes corria parejas con mi gusto. El piano obtuvo nota de sobresaliente.

Levantéme como los demas para felicitar al Sr. Arbona, y al volverme á sentar me encontré otra vez al lado del caballero de marras.

- ¡ Hermoso momento para un industrial ! exclamé.

¿ Es V. amigo del Sr. Arbona?

- Hace muchos años, y me alegro más que nadie al ver su triunfo, yo que sé la incalculable suma de laboriosidad y constancia que le ha sido necesaria para alcanzar la posicion, humilde aún, que hoy ocupa.

- Me hace V. cobrar interes por ese honrado industrial. Y pues la casualidad nos ha acercado y la antipatia no nos separa, cuénteme V. algo de la vida de Arbona.

En cambio ofrezco á V. la lectura de una coleccion de biografias que he ido recogiendo de artistas, industriales y profesores, que han prestado verdaderos servicios impulsando la rueda del progreso; pero cuya accion se ha producido en la modesta esfera á que debiera descender alguna vez la Fama para huir del peligro de confundir, como lo hace á menudo, la altura con el mérito.

Acepto el trato, dijo mi simpático vecino, y empezaré por complacer la curiosidad de V., natural en un coleccionador. La vida de Arbona puede resumirse diciendo que es un hombre que ha recorrido su camino andando.

Arbona no ha dado nunca un salto, ni ha retrocedido nunca. Huérfano de padre y falta su madre de medios para hacerle estudiar, á los once años entraba de aprendiz en la fábrica de pianos del Sr. Piazza, quien al poco tiempo estaba prendado del laborioso é inteligente muchacho y tuvo un verdadero disgusto cuando azares de familia obligaron al jóven Arbona á pasar á Valencia.

Allí estuvo una temporada tambien en una fábrica de pianos, cuyo jefe, si mal no recuerdo, se llamaba Gómez y en la que mereció en breve el aprecio de sus superiores. No pasaron muchos meses sin que Arbona hubiese de volver á Barcelona y el Sr. Piazza le recibió con los brazos abiertos.

-¡Hermoso momento para un industrial! exclamé. Bien merecido lo tiene Francisco.

Ibase formando el operario; pero llegó el momento de separarse de su querido principal. El Sr. Piazza resolvió trasladar á Sevilla su establecimiento y no pudo lograr que le dejasen llevar consigo al jóven Arbona.

Este pasó á los talleres de los Sres. Bernareggi, Boisselot y Compañía, que por entónces habían establecido en Barcelona su fábrica de pianos. Sólo debía salir de alli Arbona para establecerse por su cuenta.

Recorrió todas las subdivisiones marcadas por los distintos trabajos que componen un piano, distinguiéndose siempre por su laboriosidad y limpieza de ejecucion y aprovechando el roce con operarios extranjeros para aprender prácticamente el aleman y el frances, que habla con cierta soltura.

Á los 23 años era jefe de la seccion de teclados y había pagado con sus ahorros la cantidad que le costara la redencion del servicio militar y que generosamente le había anticipado el Sr. Bernareggi.

Arbona estaba bien. Querido de sus jefes y ganando buen semanal hubiera podido, como muchos otros, deslizarse tranquilamente por la vida; pero la ambicion le atacó. Empezó á saberle mal que lo que hacía Arbona no llevase la firma de Arbona; resolvió establecerse; despidióse de los Sres. Bernareggi y se fué á Paris á ver algo y ponerse de acuerdo con los corresponsales que deberían proveerle de las primeras materias.

A su regreso encontró quien le facilitase 10,000 reales al 16 por 100 anual, y ya tiene V. á Arbona fabricante de teclados. Pero la suerte no le protegió; los teclados no daban lo suficiente para cubrir intereses y gastos, y lo hubiera pasado mal á no haber puesto á contribucion su destreza para construir instrumentos delicados para fotógrafos, aparatos de física, figuras geométricas, etc., etc.

No se amilanó Arbona y la contrariedad le sirvió de acicate. Ya que no podía colocar todos sus teclados resolvió consumirlos él mismo y se estableció como fabricante de pianos. En este nuevo terreno le fuć más benigna la fortuna, y la bondad de sus productos ha conquistado merecido crédito.

Los pianos de Arbona no tienen una sola pieza fabricada en el extranjero; todo, absolutamente todo se elabora en los talleres del fabricante, que tiene á vanidad poder decir que sus pianos ofrecen todas las garantías imaginables en cuanto á seguridad y duracion."

He dicho á V. cuanto sé. Ya ha oído V. el piano objeto de esta reunioncita. Obsérvelo V. ahora como mueble; fijese luego en su interior cuando Arbona lo desmonte, y forme V. concepto.

Di las gracias á mi interlocutor por su narracion y dirigí la mirada al piano. Es un mueble severo, cuya belleza consiste principalmente en la pureza que la ejecucion ha dejado á las líneas trazadas con verdadero sentimiento artístico. Unas elegantísimas cartelas sostienen el voladizo del teclado.

Llegó el momento de la autopsia. El Sr. Arbona desmonto el piano, explicándonos las funciones de todas las piezas y la manera de construirlas.

Recuerdo que tuvo mucho empeño en hacernos notar que las piezas de la máquina eran debidas al fabricante Sr. Jorba, que las construye tan buenas, cuando ménos, como las extranjeras.

Supongo, lector, que tienes idea de lo que es un piano por dentro. Si no lo sabes, no seré yo quien te lo explique.

Cumplo diciendo que el piano de Arbona me pareció muy sólido y trabajado con delicadeza, y que uno de los señores concurrentes me hizo notar una novedad que contribuye principalmente al buen timbre y limpieza de los sonidos.

El piano que examinábamos era oblicuo. En los verticales, la disposicion de las cuerdas permite la fácil colocación de una línea de metal en la que se apoyan aquellas ántes de llegar á las clavijas de donde arrancan; pero en los oblicuos no se acostumbra de la colocacion.

Arbona venció dificultad haciendo una infinidad de pequeños trastes sobre cada uno de los cuales descansan únicamente trcs cuerdas.

Es un verdadero invento que permite reunir en un piano las ventajas del traste y de la oblicuidad. Y aquí termino por dos razones. La primera porque no tengo más que decir, y la segunda, porque en este momento me anuncian á aquel caballero tan amable que conocí en casa del Sr. Arbona." La academia: seminario ilustrado universal; artes, ciencia ..., Volume 4, 1878, p. 110

"El representante de La ACADEMIA, que por invitacion del fabricante de pianos D. Francisco Arbona ha asistido, en Barcelona, á prueba del magnífico piano construido por tan laborioso é inteligente fabricante, y cuya prueba ha tenido lugar ante toda la prensa catalana, nos participa, con satisfaccion, que el Sr. Arbona acaba de construir un instrumento de armonía tan suave y de voces tan sonoras como los más acreditados del extranjero.

Siendo digno dicho piano, como obra artística perfeccionada, de figurar en las páginas de La ACADEMIA, en el número en que publiquemos su grabado, seremos más extensos y daremos á conocer los adelantos de dicha industria. La prueba fué hecha por el joven pianista D. José Fajas, tocando con gran maestria motivos del Moisés." La Academia: semanario ilustrado universal, Volumes 2-3, 04/05/1878, p. 334

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Para ver referencias las páginas
Pianos espanoles A


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